viernes, 6 de febrero de 2009

NO SOLO PUDE SER FENICIA


Si no estuviera casi convencida de que fuí fenicia, podría pensar que viví mis mejores años en un lugar de la costa francesa con una pañoleta en la cabeza para no despeinarme en los viajes en Vespa, sentada de medio lado, yendo de un sitio a otro en busca de música. Escuchando a Françoise Hardy y Silvie Vartan pasaría el tiempo sin dejar de soñar con ver a los Beatles.

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