lunes, 27 de octubre de 2008

LA SENSACIÓN DE UN REGALO


Hoy vuelvo a tener el cuerpo de lluvia y los sentimientos como abrigo. Me han dolido los pies al conducir el coche, las manos al abrir los grifos para lavarme y el roce del pantalon en las rodillas ha sido una tortura todo el dia, a pesar de todo estoy feliz porque mis miserias son una charca al lado del océano que puedo imaginar en la gente que cruzo por la calle y también porque soy una persona conformista. Mi salud no es mala, solo se ha despertado otro ente en mí que a modo de enfermedad dolorosa me recuerda que la falta de sol y calor no me agrada: así lo voy entendiendo. No es agresiva, solo es airada y al igual que me sucede a mí, ella me recuerda de manera muy molesta que no soporta la lluvia. No me gusta este tiempo de castañas , cerrado, mojado y oscuro.
Hoy me he encontrado un libro en la mesa con una dedicatoria : "Con cariño para Leoncio, que conoció la verdad de estos días (Se lo doy a tu nieta)"-Moncho- , ha sido un dia intenso. Si mi abuelo pudiera leer este libro quizá ya no se encontraría tan impotente como cuando de niña, estudiando para un exámen de Historia quiso ver que ponía en aquella lección sobre "La batalla del Ebro" y después de hacerlo solo acertó a decir: Esto que pone aquí no es verdad. Lo que el libro contaba debía ser una visión tan parcial que a mi abuelo le hizo encolerizar y arrancó en una perorata que al principio me hizo desconcentrar de lo que había logrado estudiar, luego me consiguió perder del todo y al final hizo que le imaginase viviendo todo lo que me estaba relatando pero no como sé hoy de cruenta y de horrible... Lo viví como una aventura solo capaz de ser superada por un hombre tan fuerte y tan vital como él. Me olvidé de todo lo que había estudiado , solo le escuché y me dormí. Al día siguiente podría haber ido al colegio como una niña orgullosa de contar algo tan inédito, pero no lo hice. Siempre me ruborizó ser protagonista y además prefería conservar para mí , quizá con un toque egoista, todo lo que había sabido. Lo cierto es que entre lo que había leído y lo mucho que "abuelito" me había dicho, saqué el sobresaliente más bonito que recuerdo. Nunca me olvidó de aquel día, ni de los siguientes, porque desde aquello siempre quería que me contase más aventuras. Y lo hizo, me contó muchos episodios de esa batalla y de otras. De cuando estuvo a punto de irse a la Argentina, de cuando tuvo que refugiarse en una iglesia en Gijón , de su fugaz estancia en Barcelona, en Vinaroz, en Ferrol, en el campo de concentración de Francia...todas en tiempos de guerra. A mi abuelo lo he admirado siempre por la paciencia y el buen hacer de todo lo que emprendía. Le he querido mucho y todavía le echo de menos. Aunque no pudiese contarle lo que me pasaba, me gustaba ir a sentarme a su lado en el escaño, allí me sentía bien: estaba refugiada. Un hombre que había pasado tantas cosas en su vida,incluida la muerte de dos hijos jóvenes como no iba a poder hacer que yo me sintiera bien solamente con estar a su lado!. Leeré este libro y sabré ubicar a la quinta del biberón, el Líster, Yagüe, Negrín, Mequinenza, los machos de labranza,Mora de Ebro, el río Segre y los voluntarios internacionales, palabras que me quedaron grabadas pero algunas cosas inconexas.
Ha sido un día especial, lo que he sentido al abrir esta tarde la puerta de la cocina y ver el libro en la mesa ha borrado las horas de dolor inútil que nunca van a ser por más que sumen en tiempo nada de nada en mi vida. Gracias Moncho.

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