domingo, 28 de diciembre de 2008
EL DÍA DE LOS INOCENTES
Hace unos cuantos años, cuando el uso del teléfono era para casos especiales, un día como hoy se podía utilizar para gastar bromar a los vecinos. Lo que hoy sería una perfecta paletada en los años setenta y ochenta llamar a un tendero con un pañuelo en la nariz para hacerle un falso encargo para un vecino era una verdadera y tierna gamberrada. Las llamadas a los timbres ,taparle la entrada de la casa con una montonera de nieve , dejar en la puerta de un conocido una caja de polvorones hechos con bolas de harina y agua y envueltos en papel de seda o que saliese en la portada del principal periódico provincial una "inocentada" era casi obligatorio.
Esta costumbre que llevaba unos cuantos dias previos de ilusión, unida a las tareas anteriores de recoger el musgo para el nacimiento, ir a la sierra a por una bolsa de serrín y dedicarle una tarde a buscar piedras o escorias hacía que a estas alturas de la Navidad todos estuvieramos bien entretenidos sin necesidad de la Wii, ni de la Play ni de ningún Mpnada, pero aún nos quedaba muchísimo más. Todavía habia que pensar quién nos podía subir de la tienda "El maragato" de León las bromas tipo azucarillo de araña ,chicle de cucaracha o petardos para el tabaco de los mayores para la cena de Nochevieja. Aún había que pensar en las campanadas y que canción cantaría Miguel Bosé ese año. Con todo ello faltaban muchos dias hasta Reyes para vivir el fin de la Navidad.
Los niños tienen que estar desconcertados ante tanto Papá Noel colgando de las fachadas, en algunas adelantados de cerca por una ristra de Reyes Magos que llegan ya al ático. Hay que hacer cola para la foto con el paje de los Reyes , con un Papá Noel verde, otro rojo... Ahora, un día como hoy, las luces y los ornamentos navideños ya llevan con nosotros un mes y están ya aburriendo porque hemos comido polvorones desde octubre, recibido los regalos en Nochebuena y parece que todo está hecho, hasta la nieve se ha ido ya.
Me gustaba más la Navidad de mi infancia.
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