Era la tercera mañana de niebla seguida, del cuarto martes de este enero de 2018, serían las doce de la mañana cuando la Plaza de Santo Martino de la ciudad presentaba este aspecto de la foto; tres chavales me adelantaron con unas banderas de León, por detrás de mí rezagaron otros tres con tufo de marihuana tempranera fabulando sobre las cosas que harían con los "impresentables de su generación que iban por ahí con enseñas reivindicativas", que "si los metían a ostias en uno de los furgones", "que si no se qué cosas con los palos ...", en fín.
Asomando ya la a calle Sacramento, se veía el desfile de personas de ambos sexos, diferentes edades y condiciones, con banderas leonesistas y alguna pancarta casera en contra del visitante. Llegando a la Plaza de San Isidoro, esquina con el Restaurante Boccalino, ya el número de polícia igualaba al de público a esa hora, doce y cuarto, las vallas empezaban a dibujar la distancia que iba a separar el abrigo de Rajoy del público, cuando un par de paisanos sin bandera y un chaval con ella se enervaron algo ante la negativa de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de dejarles avanzar a sitio ninguno que fuera detrás de una valla, colocada al lado de la columna trajana de la Plaza de San Isidoro, ya casi en la calle Fernando G. Regueral; si, allí detrás fueron llevando de dos en dos a todas las personas que portaban banderas o semejante; bueno menos a media docena de la Unión del Pueblo Leonés, encabezados creo, que corearían algo más suave llegado el momento, o eso se esperaba de ellos. Y porque despejar todas las banderas hubiera sido demasiado quitar.
Hoy leo en todos los medios locales la crónica de lo que yo misma ví, de la secuencia completa de lo que contemplé ayer desde atrás de una valla, al lado de un señor de Alicante , de un jubilado leonés y una paisana de la ciudad, con el primer propósito de entregarle una postal al Sr. Rajoy, que no fuí capaz de acercarme a él, por mucho que en algún medio exhiban tanta cercanía, tanta foto, ninguna imagen del recibimiento que tuvo cuando bajó a la carrera del coche oficial frente al Museo de San Isidoro y ya salió de la Basílica en el momento que la Plaza estaba limpia de portadores de enseñas. Ningún video de pitidos, ninguno de lo que que se oyó nada más se le vió asomar la coronilla a la carrera: "burro", "burdégano", "Rajoy, las primeras Cortes son de León","entra mejor aquí, a la Audiencia", "corrupto", "ladrón, fuera de León"... en fín, y tampoco ningún vitor, viva ni nada parecido como le dedica algún titular provincial, debí quedarme sorda del oido de los aplausos y mira que me gustan bastante más.
Pues nada, oiga, yo volví de nuevo con mi postal a casa , la dedicada al Sr. Rajoy, y se la envié a su residencia, en un sobre. No sé si le llegará a él, en ese caso no se si la leerá, pero de ser así sigo creyendo lo que en el reverso le escribo, que por aquí no todo es Santo Grial, Manjar de Reyes, viajar en Ave y ciberseguridad, queda todo lo demás, que es por donde ellos no pisan, por donde todos vivimos a diario.
Y otra cosina, eso de limpiar las plazas y calles y dejar solo a la gente que nos gusta, está muy feo, te resta puntos Rajoy, otros pocos más. Eran personas con banderas, no ladrones, ni siquiera pertenecían a la misma banda, ni siquiera estaban organizados... Pero eso que más da, el titular que vale es lo que RTVE dice, eso va a misa: "RAJOY SE RECONCILIA CON LOS LEONESES"; será con los invitados al miserere del claustro, al vino del Camarote, con los paseantes de la Calle del Cid y Ancha y los convidados a su banquete.
Que así sea. Si a tí te parece bien, reconciliado quedes.
Postal adquirida en "El Escribano" (León)
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