Tengo una extraña sensación , una visión surrealista de lo que me rodea. No sé si es una transformación en tiempo real , una sucesión en cadena de sinrazón o es que definitivamente no me gusta esta sociedad.
Caminamos durante un rato detrás de una tipa de esas vestida de arriba a abajo de comercio libre, me gustaba su aspecto. Mientras charlábamos me fijaba en su bolsa cruzada de esas étnicas, cosidas con muñequines de fieltro, llevaba botas de monte y el pelo al natural. Unos pasos más adelante sacó las manos de su chaqueta y tiró al suelo a su paso por el Bernesga el pañuelo-mocos, el precinto del tabaco y lo que parecía un ticket de la compra, pero todo muy resulto, muy natural...¿?.
Tardé un poquitín más en el trayecto del trabajo a casa porque me tocó el camión de recogida de basura, paciencia, en dos o tres calles me cruzo, cambio el itinerario y ya está. Un poco más de ansiedad pero es poco, otra canción, subo el volúmen y bajo la ventana , para que entre bien de frío y me espabile el dolor de cabeza. Pero alguien me pitó, controlé que no podía pasar, no cabía ni de broma, el bordillo era algo y además había peatones en la acera. Caí enseguida en la cuenta , el pitido era para que me echara un poco más a la derecha porque parece ser que el de atrás tenía prisa: Era un minibus de esos de transporte de minusválidos con el distintivo bien grande que tenía prisa por recogerse, me adelantó, se subió a la acera, continuó un ratín a buena velocidad y listo. Solucionado: no se espera.
Pero ya el colmo es tener que buscar un disfraz de indio para la función de Navidad de César, porque este año a Belén parece ser que vienen todos. Me veo poniendo flechas y plumas a nuestras figuritas de toda la vida y rasgándole los ojos a alguna lavandera.
No entiendo nada de nada. Serán las nieblas.