viernes, 30 de noviembre de 2018

UNOS DÍAS ESTOY Y OTROS NO: FIBROMIALGIA Y NIEBLA

Un dolor me recorre desde la tibia hacia la planta de los pies, como si hubiese caminado treinta kilómetros cuesta arriba con los cordones apretando la lengueta de las botas y esta presionando los calcetines en los empeines. Me duelen los dedos de las manos, sobre todo el índice izquierdo, que ha decidido, por imitación de los otros, tomar su propio camino, que no es la línea recta. En la espalda son varias batallas las que se están librando a la vez y ya no sé si es peor el dolor en la nuca o las constantes cuchilladas que siento a través de cada vértebra, desde el cóccix hasta los omóplatos. La cara, el fondo de los ojos, los hombros, los antebrazos. Dolor. Punzadas en los muslos y tristeza, mucha.

Hace ya más de una hora que tomé algo para el dolor, y casi dos de la media docena de pastillas diarias que incluye el desayuno.

Sentada junto al radiador,  veo como la niebla arrebata los edificios de enfrente de mi ventana, siento la misma sensación en mi cabeza, me quiero acordar como definir con una palabra "traer algo a la memoria", cuál es el nombre de los dedos de la mano y de alguno de los huesos del cuerpo. Tengo diccionarios de colores, de sinónimos y de conceptos. Una almohadilla de semillas templada, una cómoda silla y otro día por delante del cual seré útil un par de horas, el resto lo inundará el agotamiento y la molestia que me provoca el cerrar de una puerta, la luz de la habitación o el olor a comida.

Mal se entiende cuando no se vive de cerca o si se carece de un mínimo de empatía, muy mal, pero ahora que han pasado unos cuantos años con este calvario de compañera, casi le agradezco a quienes me dieron la espalda de la incomprensión, porque me han hecho mucho más fuerte. Y aunque sea más impactante la fibromialgia de los famosos, esos que lo cuentan en programas de televisión de perfil bajo, con extraños ingresos hospitalarios, y que a nosotras, las fibromiálgicas de a pie, no nos ocurre, la fibromialgia sigue siendo para quien la sufre una enfermedad terrible, que no mata de golpe pero mueres un poco cada día.

Así es esto, como la niebla, unos días estoy y otros no se me ve.