Vivo en un país donde se procesa a los jueces que no absuelven a los ladrones, en una provincia dónde los políticos se procuran su estatus y colocan a los suyos en concejalias ajenas, para despistar. Habito en un lugar dónde la clase política de todos los colores no dice nada a ladronas de guante blanco (de piel, claro), por si algún dia también se destapan también sus propias miserias, que son una nimiedad comparándolas, pero la mediocridad no les preocupa ni como rateros.
Pertenezco a una sociedad dónde es más barato un bolso de piel que asistir a un evento cultural, dónde verdaderos asquerosos mutilan animales, unos para colgar su cabeza en el cutre salón, otros para resarcirse de su mala hostia y hay hasta quien lo hace para colmar de caprichos en forma de huevos de elefante a tipejos hartos de dinero.
Estoy trabada en la rueda de un mundo lleno de locos sin diagnóstico y cuerdos que se atiborran de orfidal , dónde unos pocos valientes luchan contra una marea de verdaderos tarados con graves síndromes de inferioridad, hinchadas que prefieren un ladrón conocido antes que cambiarse de equipo (de lo que sea).