En el mismo edificio donde nací pero un piso más arriba y una habitación más allá, soñé un dia de castañas asadas y goma de nata que no llegaria a tener más de cuarenta y dos años.
No sé bien en esa ocasión si fué por una de esas conversaciones sobre fatalidades en el vecindario, si sería la radio a pilas o el Proa, no recuerdo ni siquiera que más habia, además de mondas de castañas sobre un papel de periódico y aquel olor a mandarina.
De vez en cuando durante estos años recordé el sueño o ensueño o idea o invento... durante estos últimos meses la vida ha transcurrido sobre ese convencimiento.
Hoy cumplo cuarenta y tres años. Estoy feliz.