Aquí
abajo el progreso ha convertido todo en una barahúnda, un lugar
inhóspito, poco amigable, solo acogedor para quien es capaz de
mimetizarse tal cual camaleón, de mentir sin atragantarse, de vender a los
suyos para adoptar ajenos. Sobrevivo en un tiempo que siento extraño y
del que cada vez me encuentro más alejada. A veces pienso si menos
hubiera sido suficiente, algunas intensidades fueron tan grandes que
hacen insoportable el paso de tantos agostos. Cada
vez tengo menos miedo y la inquietud por cruzar las nubes puede más que las ganas
de seguir contemplándolas de este lado, a pesar de lo fascinantes que me resultan.
Ya
pronto nos vemos, no te olvides de mí, ojalá para entonces pueda
convertirme en guitarra, así podría recordarte, esta vez yo, aquellas
canciones que me cantabas tú.