domingo, 25 de mayo de 2014

LOS QUE HACEN QUE EL FÚTBOL SEA UNA VERDADERA MIERDA

Un día raro el de ayer, un día de esos en los que no sabes cómo explicar a tu hijo , aún con muelas de leche, que lo que está observando, lo que siente, lo que ve, lo que oye, esa decepción y lágrimas que le provocan las acciones de otros seres humanos de su misma calle y de su ciudad, son reales.

A mi no me gusta el fútbol, he de admitir que la única atención que presté, y los únicos partidos que seguí con verdadero interés son los que ví como madre de prebenjamín. Luego, dos temporadas más, como madre igualmente pero ya observando otras cosas que tapaban la ilusión, por completo, la primera que a los niños se les trata como mercaderías y no como niños que quieren divertirse y aprender, la segunda que la afición por el balón se cubre de una dura pugna, chabacana y deslenguada donde todos parece que se juegan algo, inexplicable. Se empieza por ir segregando a los niños en buenos, malos, mediocres, eso si, previo pago igualitario de no poca cantidad, aparte equipación y el trasiego de desplazarse a jugar cada fin de semana. Es imposible jugar al fútbol en liguillas o equipos de barrio, por que los campos de fútbol están supeditados al pago de los clubs, y estos al pago de los chavales. Luego ya está la rivalidad entre clubs. Las ridículas ligas, tu estás en primera, yo en segunda. Las intervenciones de padres desde fuera del campo, las voces de algunos entrenadores, las agresiones a los árbitros (inaudito y espero que aislado), las inquinas de algunos abuelos hacia compañeros de sus nietos, que no llegarán nunca a ser ronaldos ni mesis como los suyos...

En nuestro caso hace solo tres veranos, el niño jugaba con una pelota grandona del rey León, tan feliz, pero una pandilla provisional con chavales de todas las edades en el país vecino, quiso que se fijase en el fútbol y en el Real Madrid , hoy campeón. Al volver a casa y comenzar el curso, ya solo quiso formar parte de algún equipo de fútbol, ahí ya empecé a saber cómo iba este rollo... Busqué por proximidad , pero me dijeron que "tenían que probar al niño" ¿probar? , si voy a pagar para que juegue y le enseñen, ¡que ostias van a probar!... En otro tenían exceso de chavalines con pretensiones de portero, en otro solo entraba si traía a otros 3 ó 4 amigos, para formar otro equipo... Y así al final conseguimos, no sin poco desaliento y cierto asco, por mi parte, de ver en qué mundo entrábamos, llegar a conseguir que el niño viese lo que había.



Este año, él mismo se fué desinteresando, desanimando, hasta cambiar el fútbol por otras cuantas actividades. Pero aún quedaba la cosa del madridismo, nunca de forma obsesiva, pero ahí estaba.

Anoche, después de ver el partido con él, salimos a la calle, para que pudiera ver el ambiente de celebración en la Plaza de Santo Domingo. De camino, ya vimos los destrozos de cristales a un lado y otro de un bar, paso de peatones con copas y cristalera de portal incluido, que un par de horas antes estaba abarrotado de blanquirojos; al pasar escuchamos "súbete hijo puta por la copa, a ver si te rompes la cabeza y matas a otros cuantos con ella, hijo de la gran puta". El niño agachó la cabeza, pasamos como pudimos.

En Santo Domingo no había mucha gente aún, familias con niños, mejor, nos pusimos en un lado que parecía tranquilo, alegre y familiar, craso error. A mi lado un padre madridista sostenía a una niña, que ceceaba, entonando ambos , como una obsesión enfermiza "puta barça, puta barça, puta barça". Rodeamos un poco más la plaza y empezaron las bengalas, una avanzadilla de atleticos también algo de extrema derecha (eso me pareció) venían a "unirse al grupo", a lo mejor a darles la enhorabuena... Seguimos rodeando. Una señora, con niños y perrín gritaba: "Ladrones, os han regalado la liga, hijos de puta, me cagüen vuestra puta madre", "ese marica de portugués"... Un hombre, empezaba a tantear las vallas que protegían la fuente, entre proclamas que más que alegría eran un insulto al Atlético de Madrid.

Mi hijo empezaba a sentirse mal con su camiseta del Real Madrid, su sonrisa había desaparecido hacía ya un rato. "Me esperaba más deportividad", dijo. "Vámonos, que triste", y apretó el paso por Ruiz de Salazar. De camino a casa, indescriptible el panorama. A la puerta de un bar, dos mayorzotes, disgustados y ebrios, no sé el orden por gravedad, aún proferían insultos a Ramos, tres chavales de unos 16 años pasaban cantando "como no te voy querer...", los mayorones les desafiaron a cantársela delante de ellos, allí delante. Los niños casi que echaron a correr, de miedo. Nosotros casi, pero de asco.

Voy a buscar el balón grandón del Rey León, fué lo mejor, todos estamos de acuerdo.